Un día lluvioso

Él me escribió un mensaje un día lluvioso, esos egoístas días que solo te quieren en casa tapada con la frazada hasta la cabeza.

Tentador mensaje que también incluía ese y otros planes más como recorrer cafeterías, ir al cine y estar juntos. ¿Quién puede resistirse a tan seductora propuesta?… Al recibirlo un instante me llevó tomar la adecuada decisión. La repetida y diaria rutina la mandé por la ventana sin duda alguna.

Me tomaría el día y estaríamos los dos deslizándonos como en un tobogán sobre cada una de sus caprichosas y a la vez deliciosas propuestas. Mis manos inquietas empezaron a marcar las letras del teclado, no eran muchas palabras, tal vez dos; con un «si quiero» estaríamos en breve en el paraíso. Ya había escrito mi mensaje de respuesta pero antes de que lo envíe, el tiempo se abrió camino y le cedió ventajosamente a él los segundos suficientes para que llegara el suyo antes que saliera el mío.

Ruido mudo. Temblor en el cuerpo, desesperación. El estómago dolía pero el pecho más… o era al revés. Caída al vacío. Mensaje. Invitación. Destinatario… en ese orden solo que el último llevaba un nombre, y ese nombre no era el mío.